Corría noviembre de 2021 cuando los medios de comunicación no paraban de sacar historias de nuevos millonarios gracias al Bitcoin. La criptomoneda por excelencia acababa de conseguir su máximo al cambiarse por más de 68.000 dólares, cuando un año antes apenas lo hacía por 16.000.
Ante tal despliegue mediático, no fueron pocos los inversores que se atrevieron a volcar sus ahorros en criptomonedas con la esperanza de que, como en el caso del ladrillo, sus precios nunca bajaron.
Lo que pasó después, te sorprenderá, que dirían en cualquier red social. Ni medio año tardó el Bitcoin en volver a hundirse por debajo de los 20.000 dólares. Y aquellos reportajes de millonarios se tornaron en gente que había perdido prácticamente todos sus ahorros por invertirlos sin cabeza en esta criptomoneda.
El Bitcoin pasó de moda
A finales de 2022 el Bitcoin ya apenas interesaba, ni para bien ni para mal. La subida de los tipos de interés desvió el interés de los medios económicos y la llegada de la inteligencia artificial generativa la de los tecnológicos, y así la criptomoneda se pasó año y medio en una especie de limbo.
Su precio fluctuó entre los 15.000 y 30.000 dólares que, pensándolo en frío, es una barbaridad. Pero que para la historia que nos ocupa, era casi una anomalía.
Hasta que a primeros de noviembre de 2023, justo dos años después de alcanzar su máximo, el bitcoin comenzó otro de esos impresionantes ascensos que garantizan la volatilidad de la inversión.
El bitcoin ya arrancó el año rondando los 40.000 euros y apenas dos meses más tarde pulverizaba sus máximos históricos rondando los 73.000 dólares.
A la hora de escribir estas líneas, su precio lleva unas semanas bastante estable, aunque muchos analistas especulan que no tardará en alcanzar los 100.000 dólares.
Lo que es seguro es que esta última subida parece haber pasado completamente desapercibida para los grandes medios y, por extensión, para el gran público que invierte a base de este tipo de modas.
Por qué ha vuelto a subir el Bitcoin
Encontrar un único motivo a las andanzas de un producto tan atípico y complejo es bastante complicado, aunque vamos a intentar explicarlo.
Simplificando mucho y para los no iniciados, el bitcoin es una criptomoneda descentralizada que no depende de ningún Gobierno ni Banco Central. En su lugar, todas sus transacciones quedan registradas en el blockchain o cadenas de bloques, que es otra tecnología descentralizada que se basa en replicar la información en múltiples máquinas repartidas a lo largo del mundo que se respaldan las unas a las otras.
Así, existen dos maneras de conseguir Bitcoin. La primera es comprándolos, como el que compra dólares, acciones u oro, o bien recibiendo pagos en dicha moneda. La segunda es gracias a la minería. La minería consiste en resolver complicadas operaciones matemáticas que verifican otras transacciones de Bitcoin en el blockchain. A cambio, la persona que la mina recibe una recompensa en forma de nuevo bitcoin, es decir nuevas unidades de bitcoin que no existían previamente.
Por la forma en la que está diseñado el Bitcoin, la moneda es finita y llegará un momento en el que no se pueda minar más. Por eso, a medida que pasa el tiempo la recompensa por minar bitcoins es cada vez más baja. Sin embargo, como su precio no paraba de subir, esta bajada compensaba con creces la subida de los costes asociados.
Porque minar bitcoin es un gasto. Sobre todo de electricidad, ya que las computadores que resuelven estos complicados cálculos consumen una cantidad considerable de energía. Y también de recursos tecnológicos, utilizando gran cantidad de GPU para realizar este minado.
Lo que sucedió en 2022 que acabó por hundir el precio del bitcoin fue, por un lado, el exponencial crecimiento del precio de la luz en medio mundo a raíz de la Guerra en Ucrania y otras tensiones geopolíticas que hizo que minar bitcoin ya no fuera rentable. Por otro lado, la especulación y escasez de GPU hicieron que su precio no parase de escalar. Al final, estos dos fenómenos obligaron a cerrar a muchas granjas de minería de Bitcoin y provocar una bajada del precio del activo que fue provocando un efecto dominó y cerrando otras mineras que no rentabilizaban costes.
La nueva subida del Bitcoin coincide ahora con la reversión de estos dos fenómenos. Por un lado, el precio de la luz ha vuelto a bajar considerablemente, y en muchas partes del mundo ya se sitúa en valores similares a los de 2021. Además, la explosión de la IA -que también se basa en el uso de GPU- así como la inversión previa de las compañías ha hecho aumentar la oferta de GPU y bajar el precio. Esto ha provocado una subida instantánea del precio del Bitcoin que también se ha notado en la parte especuladora, mucho más activa.
¿Y ahora qué?
Si todo sigue como hasta ahora, es muy probable que el Bitcoin siga subiendo. La moneda está limitada a 21 millones de unidades, de las cuales se han minado ya 19,66 millones. Sólo quedan por minar 1,339 millones pero, cada vez que esta cantidad se reduce, aumenta el tiempo y la energía necesaria para minar nuevas unidades.
Así pues, se calcula que el Bitcoin no se terminará de minar hasta el año 2140. De aquí a entonces su trayectoria dependerá de la evolución social de la moneda, y si termina por ser contrapartida de algún valor más allá de mero elemento especulativo.